Probablemente ya habrás escuchado este nombre: Hermanas de San José de Tarbes o quizás nos conoces un poco más, sin embargo me gustaría contarte cómo fue nuestro origen como Congregación Tarbesiana en el mundo y en nuestro Perú. Después de conocer algo más de Nuestra Congregación puedas compartirla con otras personas.
Nuestros orígenes se remontan a una experiencia tan maravillosa como modesta, vivida por seis jovencitas: Blandine Berrere, Marie Dupuy, Dominiquette Barrere, Jeanne Duffo, Eulalie Barrere y Marie Barrere; quienes se encontraron de repente invadidas por el deseo de servir a Dios en un convento de Clausura. Podemos preguntarnos, ¿Cómo nace este deseo de Consagrarse a Dios? ¿Cómo pueden hacen realidad esta decidida y generosa vocación? … Sin duda alguna, este gran deseo les vino del cielo, aquellas jóvenes supieron escuchar y acoger con amor el llamado que Dios les estaba haciendo.
En nuestra vida cotidiana cuando vivenciamos situaciones de intensa alegría que llenan el corazón de gozo, regocijo y esperanza, lo único que deseamos es comunicarlo, compartirlo, contarle a alguien la dicha que estoy viviendo y lo hablamos con aquellos que consideramos cercanos a nosotros.
Esto mismo les sucedió a nuestras fundadoras que no pudieron callar la alegría, el gozo, la dicha que invadían sus corazones y se comunicaron unas a otras su intención y buscaron los medios para llevarlo a cabo y hacer realidad lo que Dios les estaba pidiendo: “Amarlo y hacerlo amar”.
Dios como en todos los momentos de nuestra vida, siempre toma la delantera, la iniciativa y vino en su ayuda, como lo hará siempre y en todo momento, las tomó prácticamente de la mano y las llevó a Ozón a contemplar la vida religiosa en acción en el Convento de las Hijas de la Cruz. Eran felices en Ozón. Tal era la fuerza y el deseo interior que quisieron ingresar a esta Congregación. Dios tenía un proyecto distinto para ellas y las llamó… sus familias apoyaban este deseo en sus hijas y se dijeron los pobladores de Cantaous: “Nuestras Hijas quieren ser religiosas, no se los vamos a impedir, pero ¿Por qué no serlo en el mismo Cantaous? Todos estuvieron de acuerdo con este proyecto y fueron a comunicarlo a su párroco, el P. Bazarque, quien se maravilló con la proposición que le hicieron… las seis jóvenes estaban en la cima de sus deseos, ser religiosas lo era todo. Ardían en el deseo de comenzar su noviciado. El P. Bazerque, no se amilanó, compró un terreno y se ocupó enseguida de las construcciones más urgentes, contando con la generosa colaboración de los habitantes de Cantaous, con la oración y trabajo de ellas mismas.
Mientras tanto, estas jóvenes postulantes se entrenaban para la vida religiosa en sus casas, hasta que el P. Bazerque cedió su casa parroquial, un austero y reducido cuarto. Las postulantes hicieron su entrada en este presbiterio el 14 de agosto de 1843, Víspera de la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora. Por toda provisión, cada una llevó un pan y una cesta de ciruelas, llegada la tarde, tomaron su cena sentados en las gradas de las escalera que conducía a un granero. Cantaous, aldea árida y ruda sembrada en la landa de la Meseta de Lannemezan.
La historia santa continua y somos hoy las herederas de aquellas mujeres que supieron aceptar con orgullo que les dijeran que no eran nada y que Dios lo era todo. Y Dios continua llamándonos a “VIVIR Y CONSTRUIR LA COMUNIÓN EN EL MUNDO DE HOY” y, en fidelidad a este Dios que nos llama, vamos por el mundo viviendo en Comunión.
Nuestra Carisma nos impulsa a “VIVIR Y CONSTRUIR LA COMUNIÓN SEGÚN EL ESPÍRITU DE LA FAMILIA DE NAZARET Y LA EXPDERIENCIA DE AMOR DE LA TRINIDAD Y SER TESTIGOS DE UNIDAD PARA QUE EL MUNDO CREA”.
Siendo: CONTEMPLATIVAS – FRATERNAS Y DISPONIBLES.
- Sencillez
- Acogida
- Dinamismo Interior
- Sentido Comunitario
- Búsqueda constante a la conversión al Reino.
- Búsqueda con un corazón de pobre de participación y colaboración.